Especial dieciochero: El copihue
Desde que somos pequeños, apenas llega septiembre nos
enseñan a repetir que es el mes de la patria; que celebramos “el cumpleaños de
Chile” y cuando se intentan poner más cultos, ‘la independencia’. Ahí es donde
comienzan los problemas. El 18 de septiembre de 1810 fue la primera junta de
gobierno. La independencia de Chile no se firmó hasta 8 años después (el 12 de
febrero del 1818), y honestamente, no sé cuándo podría ser considerado que es “el
cumpleaños” de chilito.
¿Qué hacemos para celebrar? En el colegio nos enseñan a rellenar
copihues rojos con papel volantín arrugado y hacemos guirnaldas tricolores para
decorar las salas, y aunque nadie nunca nos dijo que sólo existían los copihues
rojos, esa es la impresión que nos queda, porque siempre los vemos de ese
color. Si no están acostumbrados a caminar por los bosques nativos de la zona
central, centro sur de Chile, les voy a dar un momento de preparación para que
no exploten con la siguiente oración que escribiré. El copihue es una flor
endémica de Chile que tiene VEINTICINCO variedades. Los hay de color rojo,
blanco y rosado, variando en la gama de esos colores, algunos tienen manchas y
pétalos de formas distintas. Son enredaderas, y crecen alrededor de otras
especies nativas. Podría comenzar a nombrar todas las especies y las diferenciaciones
que tienen pero seamos honestos, nadie tiene tiempo ni ganas de aprendérselas [Wikipedia
tiene info, en caso de que sí quieran].
Las leyendas posicionaron a los copihues como lágrimas de
sangre o campanas de fuego, quizás es por eso que se popularizó su existencia
como flores rojas y no de otros colores. Otra leyenda establece una historia a
lo Romeo y Julieta en la cual eran dos tribus en disputa, una pehuenche otra
mapuche, finalmente ambos enamorados son asesinados por “el enemigo” pero
cuando sus tribus se juntaron a conmemorar su muerte, del agua salieron lanzas
con enredaderas que tenían dos flores. Esa es mi favorita, no por el aire
Shakespeareano, sino que habla de ciertos tiempos en Arauco y bueno, me gusta
imaginar cómo eran las cosas en aquella época y aunque las construcciones han
cambiado bastante, el conocimiento del lugar hace que todo sea más vívido [Araucana
foreva].
Los dejo con unas fotos de copihues rosados muy claros, que
tomé en mi casa. Tienen 25 años, son mayores, (y más interesantes) que yo. Admírenlos. [tampoco soy la mega fotógrafa, es lo que hay]
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